Comentario
Gaspar Becerra (Baeza, 1520-Madrid, 1568), escultor y pintor real que trazo la manera que ahora está introducida entre los más artífices y enseñó con mucha liberalidad a sus discípulos que fueron muchos en ambas facultades puede ser considerado, a través de su obra más conocida -el retablo mayor de la catedral de Astorga- como el introductor en España de las formas y modelos del manierismo miguelangelesco. Su estancia en Italia al lado de Vasari y Volterra, las obras llevadas a cabo de escultura y pintura a su vuelta y los numerosos discípulos y seguidores que difunden y hacen suya la maniera del artista andaluz le convierten en un personaje clave de la escultura española del Renacimiento. Roma fue su verdadera escuela y allí se encuentra al menos desde 1545 formando parte del equipo de Giorgio Vasari que decora los techos de la Cancillería (1544-46), y más tarde pintando bajo la dirección de Daniele da Volterra la capilla Lucrecia della Rovere en la iglesia de la Trinitá dei Monti (1548-53). La contemplación y los dibujos realizados de la obra de Miguel Angel, la colaboración con esos pintores manieristas seguidores del genial florentino, el contacto con el arte de la Antigüedad y, en definitiva, la propia estancia en Roma capacitaron a Becerra para trasladar a su patria la nueva maniera.
El matrimonio en Italia con Paula Velázquez en 1556 es la excusa para la vuelta a casa. Al año siguiente está en Zaragoza y en 1558 se declara vecino de Valladolid. Su calidad, contrastada en el retablo de Astorga, su obra pictórica en Italia y probablemente su relación con Juan Bautista de Toledo llevan a nuestro artista a Madrid en 1562, entrando al servicio del rey Felipe II. La corte necesitaba pintores y actuando como fresquista de temas mitológicos en el palacio de El Pardo y el Alcázar de Madrid y llevando a cabo ocasionalmente algunas esculturas, desarrolla su vida este pintor de majestad que testa el 22 de enero de 1568. Su obra escultórica la configuran principalmente el retablo mayor de la catedral de Astorga (1558-62) y el de las Descalzas Reales de Madrid (h. 1563, incendiado en 1862) y un tercero desaparecido en Berceruelo. Redactó asimismo la traza y condiciones del mayor de la iglesia de Santa María de Medina de Rioseco (realizado por Jordán) y el de San Miguel de Casoyo (1562, Pedro de Arbulo). Se le atribuyen varias imágenes exentas, entre las que sobresalen el Santo Toribio de Astorga, el Cristo yacente de Las Descalzas, el Cristo de las Injurias de la catedral de Zamora y la documentada Soledad de vestir (desaparecida), del convento de Mínimos de Madrid, que inaugura el tipo.
En Astorga llevará a cabo un monumental conjunto de banco, tres cuerpos y cinco calles acorde en su arquitectura con los postulados vignolescos. Su estructura, de gran claridad y limpieza decorativa a pesar del follamen que recorre las columnas del primer cuerpo, inaugura un nuevo tipo de retablo: el romanista. Si en la traza los modelos italianos son evidentes, aún lo son más en las imágenes y relieves alusivos a la Vida de la Virgen, Infancia de Cristo, Virtudes y una galería de apóstoles y santos que se distribuyen por el retablo. En ellos las referencias a Miguel Angel y sus seguidores se hacen sentir en actitudes y tipos. No es de extrañar, pues Becerra no trajo de Italia sólo los recuerdos sino dibujos como los del Juicio Final (Biblioteca Nacional y Museo del Prado), que le permitieron trasladar a España el nuevo estilo. Su calidad como dibujante queda atestiguada con los realizados para el "Tratado de Anatomía" del Dr. Valverde (h. 1556), según Carducho, muy cercanos al arte clásico o la traza para el retablo de Las Descalzas (Biblioteca Nacional).
Si importante fue el retablo astorgano para la configuración del Romanismo, no cabe duda que el éxito y la difusión del modelo por el resto del país radica en los colaboradores de Becerra en tan magna empresa, que copiaron en sus obras traza e imágenes considerados paradigmáticos del estilo como la Asunción, Piedad o Anunciación. Entre ellos destacan los nombres de su cuñado Bartolomé Hernández, su yerno Esteban Jordán, Rodrigo y Martín de la Haya, Bernal de Gabadi, Pedro de Arbulo y Juan de Anchieta. En zonas como El Bierzo y comarcas limítrofes de Zamora y Orense trabajan Nicolás de Brujas y Lucas Formente, Luis de Bena y Alfonso Gutiérrez. Gregorio Español va a difundir el Romanismo en Galicia, tras su estancia en Astorga, tierras donde se sintetizan las influencias de Juni, Becerra y Jordán que tendrán eco en Juan de Angés, Juan Dávila, Alonso Martínez y el rejero Juan Bautista Celma.